Amigos y familiares de la fallecida cantante narraron al diario británico The Guardian cómo cambió su vida después de la fama
Desde que cantaba en un pequeño bar en Camden, Inglaterra, Amy Winehouse supo cómo atrapar a la audiencia, aunque las puertas estuvieran cerradas o las luces apagadas, después de una noche de copas, sólo bastaba que ella tomara su guitarra y cantara.
Así lo relató el amigo de años y copropietario del bar donde ella cantaba en sus inicios, Dougie Charles-Ridler, al diario inglés The Guardian.
“Todo el mundo entraba y no podía evitar quedar encantado con ella”, relató. Entonces Amy era una “chica con una gran boca y una actitud que encajaba con ella perfectamente.
“Recuerdo cuando la conocí y le pregunté a lo que se dedicaba. Ella me respondió que era una cantante de jazz. ¡Nadie me había dado una respuesta como esa antes”, agregó Charles-Ridler.
Pero el tiempo pasó y con él la propia Amy, excepto ante sus amigos, se negó a ser vista bajo otra perspectiva. Ella seguía yendo al bar los lunes o martes, por lo general en la tarde para poner los discos a todo volumen.
“En fechas recientes la podías ver con dos guardaespaldas en vez de con sus amigos. La gente ya no se le podía acercar. Simplemente estaba alienada al mundo que le estaba tocando vivir”, relató el periodista Piers Hernu, quien conoció a Winehouse y a sus amigos desde hace años.
Para el miércoles previo a su muerte, Charles-Ridler comentó que la intérprete de Back to Black se encontraba de buen ánimo.
“Brincó hacia mis brazos, de hecho no me importó porque casi no pesaba, y enredó sus piernas alrededor de mi pecho. Le pregunte si estaba bien y ella me dio una de sus típicas respuestas: Por supuesto que lo estoy, cielo, me dijo, y se fue caminando como Eric Morecambe (comediante inglés)”, contó.
El empresario señaló que esa misma noche Amy hizo una aparición pública sorpresa con su ahijado, Dionne Bromfield en el Roundhouse. Bailó vestida con una polo y jeans, pero cuando se le acercó el micrófono no pudo cantar.
Para muchos, las apariciones públicas que Amy hizo este año eran gritos desesperados por volverla a ver haciendo lo que sabía, aquello por lo que ganó cinco Grammy.
Tras su último periodo de rehabilitación, en junio, Amy tocó algunos temas para un pequeño grupo de amigos y familia en el 100 Club de Londres, para quienes la artista lució “coherente y en forma”, comentó el padre de Amy.
“Su voz era buena, con ingenio y buen tiempo, era perfecta”, recordó Mitch.
Después llegó su desastrosa actuación en Belgrado, por lo que su mánager canceló una pequeña gira de 12 conciertos que ya había planeado.
“Todo el mundo estaba en shock. El hotel había retirado todo el alcohol del lugar, pero ¿qué se podía hacer? Era una mujer de 27 años y, si un adicto quiere alcohol, no había mucho que se pudiera hacer”, dijo otra fuente a The Guardian.
Para algunos de sus amigos, el fin de la vida de Amy Winehouse fue por su fama.
“Ella se lo hizo a sí misma. Era autodestructiva, también fue una víctima. Todos tenemos una parte de la responsabilidad: nosotros, los paparazzi. Era una estrella, pero la gente tiene que recordar que también era sólo una chica”, finalizó Charles-Ridler.
Crearán su Rehab
A sólo unos días de la muerte de Amy, Mitch, su padre, anunció que desea crear una fundación con el nombre de la intérprete, con el fin de ayudar a aquellos que padecen las mismas adicciones que ella, es decir para los drogadictos y alcohólicos que quieren combatir sus dependencias.
“Si usted no tiene con qué pagar un tratamiento en una clínica privada, hay una lista de espera de dos años para aquellos que necesitan ayuda”, dijo el señor Winehouse, por lo que decidió tomar la decisión.
Mitch aprovechó para recalcar que la cantante ya había superado su adicción a las drogas.
“No estaba deprimida. Hacía años que no era tan feliz. Hace tres años, Amy superó su adicción a las drogas. Los médicos dijeron que era imposible, pero lo consiguió. También intentó controlar sus problemas con el alcohol y hacía tres semanas que era abstemia”, reveló el señor Winehouse.
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